Un San Valentin especial

Y entonces mi corazón te reconoció, incluso mucho antes de que mis ojos descubrieran quién eras

Este lunes fue San Valentin, el día de los enamorados, el día de la exaltación del amor y de la compra desorbitada de rosas; flores arrancadas y desprovistas de vida que se regalan para demostrar que el amor que se siente por el otro es eterno, curioso tener que matar una flor para dar vida a una relación…

Hace tiempo que vivo sola, y no porque rechace vivir en pareja. Siento firmemente que el ser humano está hecho para la vida en común y puedo asegurar que los mejores años de mi vida los he pasado unida a compañeros extraordinarios con los que aún a día de hoy sigo teniendo muy buena relación. No solo eso si no que sé que hubiera sido una madre bastante guay, (creando equipo con un papá súper molón obviamente). He tenido la suerte de haber recibido bastantes propuestas de personas increíbles, y nunca nunca jamás he elegido a mis parejas por su físico, por su estatus económico o por los regalos que me hiciesen.

Qué he valorado? Una mirada tímida y sin pretensiones, una buena relación con sus familias y amigos, el amor y respeto por la naturaleza y por su salud a todos los niveles (física, emocional…), la capacidad de levantarse con energía de la cama, sin quejas, y con una suave sonrisa dibujada en el rostro, el no querer aparentar ser quien no eran por agradarme, el que fueran capaces también de llorar y pedirme un abrazo… y sin duda su capacidad de hacerme reír, de sorprenderme y de dar abrazos de esos que alimentan más que la comida de mi madre… Esa sensación inexplicable de calma y confort que se apodera de ti cuando sin buscarlo sientes que es ahí donde quedarse es seguro de felicidad verdadera… cómo mola tener pareja!!

Mis padres llevan juntos 48 años. Han trabajado juntos, viajado juntos, educado a tres hijas juntos, compartido aficiones juntos.. Discuten sin miedo y siempre (o casi) desde el respeto, no evitan las confrontaciones ni dejan de ser ellos mismos por agradar al otro. Se ríen muchísimo, disfrutan del tiempo juntos pero también respetan su tiempo propio, quedan con amigos juntos y por separado, siguen teniendo inquietudes, van al cine, a ver exposiciones, se van de excursión.. No esperan a que sea 14 de febrero para tener un detalle con el otro, un detalle que puede ser simplemente ”vi estas mandarinas y pensé que te gustarían”. Ojo, 48 años dan para mucho y los momentos amargos también han existido, y no han sido pocos!! Pero como siempre digo.. “si hay días que no me aguanto ni yo como para aguantar al de al lado…”

Hace unos años mis padres sufrieron un accidente muy grave de tráfico que paró sus vidas y marcó la mía para siempre. Recuerdo a mi madre en la UCI un día y otro y otro y otro… Con más cables por el cuerpo que un árbol de navidad, con más pantallas controlando su cuerpo que otra cosa… Mi padre ya en planta, sin poder levantarse de la cama, con el miedo aún en el cuerpo y la incertidumbre rondando su cabeza. Nunca habían pasado tantas semanas separados. Mi madre no mejoraba y tampoco recibíamos grandes esperanzas de los médicos. Un día ya desesperada, cansada de no saber, cansada de tanta impotencia, de no ver mejoras, decidí esconder mi teléfono movil en la manga del jersey y bajar a la UCI fuera del horario de visitas; las enfermeras ya me conocían y me dejaban pasar. A escondidas llamé a mi padre y puse el teléfono en la oreja de mi madre. No sé qué le dijo, no sé nada… Dos días después mi madre salió de la UCI.

*MAGIA*

El día que subieron a mi madre a planta, a la misma habitación que mi padre, con tres dedos de raíz con canas, su tono de piel cetrino, con algún que otro cable aún colgandero.. Ese día yo estaba allí. Justo antes de entrar a la habitación y que se produjera el tan ansiado reencuentro mi madre con un brillo en sus ojos mágico y lleno de vida me preguntó ”cariño, estoy guapa?”…

– Estás preciosa mamá.

Y entramos a la habitación, y cual amantes de Teruel cada uno postrado en su camilla se intentaron levantar para abrazarse, y con las espaldas hechas añicos solo pudieron cogerse de la mano, y sus ojos brillaron y el tiempo se paró y la magia se hizo. Y no importó la ropa que llevaban, ni el dinero de la cuenta corriente, solo importaban ellos. Y ese día la vida me dio la más bonita lección de amor del planeta. Y ese día me enseño tanto que lo recuerdo como si fuera ayer, y puede que nunca sea madre, y puede que nunca vuelva a tener pareja, pero me iré de este mundo contenta y satisfecha por haberme sentido un ser completo siempre, por no haber renunciado nunca a mis ideales aún saliéndome de los convencionalismos y porque aunque no fui yo la protagonista un dia que no fue 14 de febrero vivi la mayor demostración de amor del planeta.

Y si algún día comparto mi vida de nuevo con algún alien emigrante nos reiremos mucho juntos, y disfrutaremos de la naturaleza, del bocadillo que sabe a gloria después de una buena excursión, de los madrugones para ver amanecer en la playa, de nuestras torpezas y sinsabores, del silencio, del sexo bonito y de los abrazos, de las discusiones y del tiempo por separado, y lo disfrutaremos mucho porque solo siendo uno mismo se puede llegar a querer de verdad a otros, y el amor de verdad existe, y el día de san Valentin también, porque yo pude vivirlo en la habitación de un hospital.



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