
Estás asustado, tu vida va en ello, pero alguien debe tirar del gatillo.
Barricada
Pues por eso principalmente. Y con mi carita sin filtros de recién levantada pijama incluído.
No sería justo reprimir todo lo que siento. Cuántas cositas no me he permitido sentir por miedo.. Cuando dejas de hacer algo la duda es si las dejas de hacer por miedos intrínsecos a nuestra manera de ser (como por ejemplo no saltar en parapente si tenemos vértigo) o las dejas de hacer por miedo al qué dirán si nos mostramos tal cual somos y no “encajamos” (cultivo de redes sociales).
En primer lugar no es necesario exponerse si no se siente así, la prudencia también es un don y si eres una persona introvertida y prefieres reservar tu esencia para tí o para quienes quieras es maravilloso.
Cuando yo escribo no siento que me esté exponiendo, de hecho escribo para no exponerme a la realidad más real de todas que esa sí que me asusta!! Mi cabeza piensa mucho, y necesito poner orden si quiero sentirme bien, es un desahogo similar a cuando practico deporte o cocino (ayer por cierto cociné un risotto de morirse de bueno!).
Cuando escribo a veces amo, cuando escribo a veces pido, cuando escribo a veces grito y cuando escribo a veces río. Todas esas sensaciones corporales que no me atrevo a expresar porque me da un miedo horroroso mostrarlas delante de un interlocutor y que este me juzgue, no las entienda o no le de el valor que yo le doy se desvanecen a través de la escritura. La escritura es mi abrazo, un refugio amoroso donde nadie me juzga, todo vale y está bien así. También escribo porque sé que doy voz a través de mis palabras a tantos otros que no consiguen que sus pensamiento fluyan, y si sirvo de ayuda para abrir corazones cerrados qué chulo sería. También escribo porque si me expongo me protejo de que alguien se acerque a mí con malas intenciones, porque dejo bien claro que soy una blandita y un corazón con patas. Quien me lea y se enamore tendrá que ser igual de blandito que yo. No escribo para rescatar a nadie, no escribo para formar un club de niños perdidos. Escribo como adulta con una sensibilidad y una capacidad de amar brutal.
Y por eso escribo aún a sabiendas que me expongo.
Muchos podrías llegar a la conclusión de que no es necesario publicarlo. Correcto. Entonces? Sencillo.
Es común escuchar eso de “si tienes miedo a volar coge veinte aviones”. Traduzcámoslo a la escritura. Tengo tanto miedo de no gustar, de que nadie me quiera, de que cuando la gente me conozca de verdad y me abra me dejen a un lado… Tengo tan abierta la herida del rechazo desde que soy pequeña, que me he creado mil personajes para intentar encajar. La guerrera, la titana, la que se pone el mundo por bandera, la corredora, la super ordenada, la súper “lo que sea”.
Y aquí soy yo. Soy más dulce, más desordenada, más loca, más cariñosa. Aquí me gusto más. Y sigo siendo corredora, y titana y ordenada y amiga de mis amigos y detallista y mil cosas más. Pero aquí me permito sentir, este es mi refugio. Yo soy mi refugio, aquí siempre puedo descansar, aquí siempre puedo volver, aquí siempre puedo.
Fluir le llaman ahora. Ser consciente de que no tengo ninguna obligación de hacer algo porque toca. Aquí hago lo que quiero, y por eso escribo. Anarquía literaria.
Supongo que aquí residía el truco. Y esta es mi esencia. Y me encanta. Y qué miedo expresarla. Y que venga alguien y me abrace. O mejor ya me abrazo yo, mi refugio, que yo siempre puedo. Jo, qué guay todo ❤️.