Subir, bajar, vivir y soñar

El tesoro se encuentra en la capacidad de visualización, no en los tramos de escalada asegurados. Se trata, por tanto, de asegurar la diversidad de posibilidades y no cada metro de roca.

Reinhold Messner

Corro por montaña desde que tengo uso de razón. Llevar unas zapatillas en la maleta y tener un garmin donde descargar rutas allá donde vaya siempre me ha asegurado el poder ir por medio mundo conociendo montañas, descubriendo senderos, estar en forma, desconectar y tener mi momento de “out of order” siempre disponible. Para una persona con una vida a mil revoluciones es maravilloso. Pim-pam, carrera y listo.

Comer normalmente estaba ligado a mi tipo de entrenamiento y fase del ciclo menstrual. Rutina, pautas, calculo de macros.. Lógico cuando tienes poco tiempo y quieres rendir al máximo a todos los niveles y estar a tope siempre.

Vivir con un orden establecido, correr, comer, vivir, como diría Scott Jurek. Y me ha encantado. Y me encanta. Me ha dado muchísimas satisfacciones, me ha aportado muchísima paz y un punto de anclaje cuando todo el resto estaba prácticamente gobernado por otros actores secundarios (trabajo, viajes, enfermedades, compromisos…)

Descubrir todas las infinitas posibilidades que da la montaña más allá que correr p’arriba y p’abajo es como si a un niño lo encierran en una tienda de juguetes: QUIERO TOCARLO TODO!! Y la escalada deportiva me ha gustado especialmente. Aquí las horas se pasan volando. Yo también vuelo de vez en cuando, pero colgada de una cuerda. En la escalada se visualiza, se prueba, se descifra, se juega, se aprieta, se descansa, se comparte. Y de repente te vas porque se pone el sol. O porque las yemas de los dedos me están pidiendo clemencia. Y aún y así me quedo mirando la pared pensando en cómo podría haber hecho mejor ese paso. Y le hago ojillos a las vías de al lado. Y repasamos la guía. Y yo mientras sueño con hacer largos. Y llego a las mil a casa con más hambre que vergüenza y con el cerebro en modo “ahorro de energía”. La ameba del grigri me podríais llamar. Aquí nunca gano, aquí siempre gana ella, la roca. O igual nadie gana, sólo aprende; y por eso me está gustando tanto.

Cuando camino por alta montaña el tiempo pasa más despacio que cuando corro. He entendido con el paso del tiempo que cuando subo montañas importa más el silencio, la compañía, el compromiso, la seguridad ante todo, los ratitos de refu o de dormir en un hotel de mil estrellas. Que el premio está en eso, una vez más, que el premio se lo lleva el alma.

La escalada y las travesías no van cronometradas, al menos a mi nivel. Se come cuando se acaba, o cuando te acuerdas y puedes. Se disfrutan lentamente, como el sexo cuando después de un tiempo empiezas a conocer tus gustos y los de tu pareja. Se comparten y se comentan. Se recuerdan.

Montaña y sexo, qué gran paralelismo!! Atractivos, arriesgados, salvajes, siempre diferentes, calmados, locos.. y siempre más disfrutados en buena compañía. Me gusta.

Me gusta sacar tanto tiempo para escribir mis pensamientos. Alcanzar conclusiones. Quién sabe, quizá el día que yo falte alguien recordará mis escritos cuando suba o camine por mis amadas montañas. Quizá después de leer este escrito veas a tu pareja tumbada en la cama, y desees acariciar su cuerpo lento, visualizando posibilidades y compartiendo el amor por la calma, por compartir y por el placer que también te da la montaña.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s