
Regalos insignificantes como un beso en un momento inesperado, un papel escrito, una palabra a tiempo… valen mucho más que una joya.
Julio Cortázar
Siguiendo el hilo de mi anterior entrada del blog, hace años descubrí que las palabras, más allá de ser un excelente (aunque no siempre bien usado) método de comunicación pueden sin duda hacer magia.
Cuando mi madre estuvo en la UCI nos tocó vivir un momento de incertidumbre brutal. Si a esto le sumas que la situación se iba alargando en el tiempo y que mi padre también estaba ingresado en el hospital y un largo etcétera de gestiones extra-hospitalarias… jo, son momentos que se hacen emocionalmente muy muy duros. Tú debes ser la fuerte, pero estás agotada y cuesta. En la UCI no dejan entrar a más de una persona y sólo diez minutos, pero como ya me conocían las enfermeras me colaban de vez en cuando. Un día de desesperacion máxima bajé a ver a mi madre con el móvil escondido en la manga de la bata. Llamé a mi padre, coloqué el teléfono en la oreja de mi madre. Ni idea de lo que dijo, mi madre no podía hablar, solo escuchar.
Dos días después mi madre se recuperaba. Dos días después mi madre salió de la UCI tras unas intensisimas semanas.
La magia de las palabras.
Hace unos meses una niña de cinco años me dijo “Qué guay eres Sara, me río mucho contigo”. Yo estaba agobiadisima y con mil historias en la cabeza. Todo se esfumó de un plumazo, abracé a la peque y se hizo la magia.
Hay personas que hacen verdadera magia con las palabras. “Cómo puedo ayudarte?” “Puedes con todo pero no con todo a la vez” “Cuenta conmigo” “Aquí estoy si me necesitas” “Dulces sueños amor” “Que tengas un día genial”
Os suenan? Menuda pasada. La gente que habla así me enamora . Solo deseo que ell@s mism@s se cuiden tanto como cuidan a los demás, es difícil ser sensible con los tiempos que corren. Es normal esconderse a veces.
Escucho a muchos padres decirles a sus hijos “podrías hacerlo mejor, eres un vago, con lo tranquila que estaba antes de que nacieras, no haces más que incordiar, si volviera a nacer no tendría hijos”. Escucho a muchas parejas decirse de todo menos te quiero. Escucho a muchos jefes decir barbaridades a sus empleados y ningunearles hasta el infinito. Quién sabe, igual hasta yo he sido alguna vez esa niña o esa pareja o esa empleada.
Esas palabras también hacen magia, pero magia negra; esa magia no mola nada.
En su día decidí ser autónomo para evitar conflictos laborales, porque adoro mi profesión y no gestionaría bien que no me dejaran desempeñarla como a mí me gusta.
En su día decidí esperar los años que hicieran falta para tener un compañero de vida porque para mí más allá de su trabajo o su manera de hacer las cosas es fundamental cómo me hablen y cómo me hagan sentir siempre. Convertirnos en viejitos dulces construidos a base de cariño , amor mutuo y orgasmos compartidos (que cuentan como magia, sea dicho de paso)
En su día decidí poner tierra de por medio para poder crecer como ser humano lejos de los condicionantes familiares, que lejos de juzgarlos, no me representaban especialmente.
Estoy orgullosa, me admiro en muchísimos aspectos. Me quiero libre y me respeto ante todas las cosas. Soy valiente. Mola.
Desde hace unos meses con esto de que tengo más tiempo a mi disposición, estoy trabajando muy mucho en entender de dónde vienen los diálogos internos que me transmiten las personas que me rodean o incluso los míos propios.
He llegado a la conclusión de que existen tres tipos de diálogos con por supuesto tres tipos de magia diferente en sus palabras. Los he clasificado en arcoiris, nubarrón y granizo.
El diálogo arcoíris sería aquel que sale de dentro y que es puro amor, que le trae bastante al pairo si es bien recibido por el interlocutor que lo está escuchando, y que no tiene que ser siempre un diálogo positivo con olor a piruleta. El diálogo arcoíris es un mensaje desde el corazón y la esencia, y solo por eso debería ser siempre abrazado por el otro, porque no hay nada más arcoíris y más guay que una persona que se muestra desde su esencia, aceptando su vulnerabilidad y su magia.
El diálogo nubarrón es el tristemente más común de todos, el diálogo de la queja, la crítica, el análisis constante, la rabia sin fundamento y el echar balones fuera. Puff. Poca magia se hace con esto.
El diálogo granizo es el de la magia negra. Ojito con este tipo de diálogo porque aprender a hablarse bien a uno mismo es súper importante si nos queremos comunicar bien de cara al exterior. Lo siento; no me vale que seas súper dulce si por dentro estas hecho mierda y lo dices simplemente porque prefieres endulzar al otro que endulzarte a tí mismo o pretender ser quien no eres. Nej. Como diría Julio Cortázar “No puede ser que estemos aquí para no poder ser.”
La magia de las palabras que decimos.
La magia de las palabras que sentimos.
La magia de las palabras que compartimos.
La magia que tengo dentro y que hace que las palabras me salgan solas. La magia que sé que puedo estar generando en otras personas a las que quizá no les salen tan fácil, pero que valoran tener a alguien así cerca. Como yo valoro estar rodeada de zombies que me hacen sentir genial. Creo señores y señoras que he encontrado mi súper poder. Moriré pobre de pertenencias. Moriré con un cerebro que ha trabajado y mucho. Moriré rica de alma. Moriré empachada de vida. Moriré millonaria de corazón.
Haz magia. Crea tu magia interna. Haz sentir magia a la gente con tus palabras. Cuesta muy poco. Genera mucho muchísimo. Ahí lo dejo.
PD.- Crees en la magia? Te deseo que sí, así podrás empezar a pedir deseos. Yo ya tengo unos cuantos pululando en mi mundo arcoíris 🌈 💕✨